martes, 18 de noviembre de 2008

diario de nada

1. Semana larga, casi estimulante. Muchos lugares, tantas personas. Cansado pienso en que hacía ya bastante tiempo no agotaba mis horas. Un desgaste que incluyó también, el no hacer nada y dejar pasar, el tiempo -ese espacio fluido- paso como sin pasar. Hacía ya bastante, no terminaba una semana y me sentía contento, casi feliz.

2. En una sala abarrotada, Goran Petrovic presentó su último libro traducido al español, Diferencias. El libro fue presentado por José Gordon y es publicado por los entusiastas de Sexto Piso. Llegué tarde y tuve que sentarme en el pasillo. Frente a mi una pareja, ella bastante linda; ojos enormes y un cabello ondulado, preguntaba de manera tierna y disimulada todos esas citas que desconocía, él la veía cuando ella se distraía, siento que estaban enamorados.
A la presentación llegaron Alf. y T. Hacía tiempo que no los veía. Al verlos, a lo lejos recordé la vez en que al mismo tiempo y sin saberlo, Alf. y yo leímos La mano de la buena fortuna como aquellos viejos tiempos , en que ambos leíamos -ahí sí, por convenio- los mismos libros y los mismos autores. Ese tiempo adonde nos conocimos tanto.
Al final, la presentación, fue una tertulia intima. Todas las personas se sentían cercanas, todos -o al menos la mayoría- habíamos vivido un mismo espacio: la lectura de Petrovic. Leer los mismos libros es adentrarse a un espacio de comunión, como una habitación que muestra las palabras no dichas; los rasgos profundos, siempre callados de la personalidad; un libro no nos gusta por la manera en que está escrito, sino porque nos devela un gesto propio, uno desconocido. Compartir con alguien que lee los mismos libros permite conocer el gesto inconsciente que nos representa

domingo, 2 de noviembre de 2008

desvariaciones de la conciencia (2)

La conciencia como percepción.
La conciencia se inaugura en el momento en que nos damos cuenta de que no solo pasamos, sino también podemos saltar. No brincamos para llegar alto, sino para sentir el suelo. Así el salto se vuelve nuestro instrumento, un romper de la monotonía que nos despierta del sueño.

Algunos saltos
1. La literatura es el registro mas claro de la conciencia. Las aproximaciones mas cercanas, creo, están representadas en la literatura. Un libro es ante todo un rasgo de la conciencia; aprisionar eso que se siente pero que no se ve. Su estructura es virtual, cuando uno lee no solo ve, no solo calla, es mas bien un dialogo que cuestiona. Cuando uno lee o escribe se despoja del yo para adherirse a ese nosotros que es la esencia de la humanidad. Cuando leemos nos reconocemos, o tal vez nos conocemos un poco mejor. Es una práctica impersonal que reafirma el yo, el tu y el nosotros. La literatura como dice Vila-Matas nos hace comprender la vida, pero por eso mismo nos aleja de ella.

2. El espejo. ¿Cuánto pasó antes de que el niño comprendiera que ese otro que está allí es uno mismo? De niño recuerdo tardes largas contemplando ese fenómeno genial que es el espejo. No podía concebir que ese otro que se reía fuese yo. Cada vez que lo veía intentaba movimientos rápidos, trepidantes. Cada movimiento buscando una equivocación que nunca llegó. Tantas preguntas en torno a un espacio que parece dentro, pero que es afuera. Un día quien sabe por que razón, mas por fatalismo que por convicción, nos damos cuenta que hemos aceptado su condición de reflejo. Ya no nos preguntamos quienes él, sino quien es uno. Al final, cada espejo es una reafirmación del yo, los vemos para arreglarnos el cabello, para perfeccionar un gesto nunca encantador. Ya no una pregunta sino una aceptación.

3. Las miradas son ese registro de bautizo que los demás nos brindan. Nosotros casi accidentalmente también bautizamos. El acto de ver consiste en un notar a los otros, confirmar que la soledad es una utopía. Las miradas contrarias a la razón del espejo no solo nos reflejan, sino también nos construyen, nos duelen. Las miradas construyen amistades, forjan algunos enemigos, y nos dan tantas ilusiones… Al final miramos como acto desesperado de tener conciencia de nosotros, de los demás.

4. Los silencios también son un salto: un salto al vacío que es uno mismo. Acaso la mejor manera de sentir la conciencia es a partir del acto de callar: un anularse para sentir. Callamos cuando nos damos cuenta de nuestras posibilidades, lo mismo cuando no sabemos que decir que cuando hay tanto y tan pocas palabras. La búsqueda del silencio es un espacio para el recogimiento, el arte de estar en uno mismo, de no poder huir del pensamiento. Callar para oír la vida pasar, para ir con ella.

5. El acto de tocar, incluso de todos sus derivados (rozar, pegar, acariciar…) Es acaso el salto mas entrañable que nos permite ver la conciencia. La vemos ya no solos, sino acompañados. Una puerta no se abre hasta que se toca, incluso esas nuevas que por la modernidad parecen ser abiertas por un fantasma –quizá el alma. Cuando tocamos una puerta, advertimos la entrada a una privacidad. Para abrir también necesitamos tocar, girar la perilla. Un amor no se consume sino hasta el primer beso, o se vuelve más intangible a partir del primer roce de manos. Tomar las manos es adquirir la conciencia de uno para diluirse en el otro. También tocamos no solo para avisar, sino para sentir nuestro cuerpo; una notificación de nuestra existencia. Cuando tocamos nos sentimos seguros, casi felices, inclusive si se dijera que la conciencia es un ritmo sería pertinente decir que no hay mejor manera de bailar sino de la mano de alguien mas, tocandose.

desvariaciones sobre la conciencia (1)

0. “(…) es el sentimiento repentino de estar enclaustrándose en la celda infinita. ¿Hacia donde imaginar la huida, si la celda lo es todo? “
Fernando Pessoa.

Un acto, una caída
Primero el vértigo. En la película Reconstrucción de Christoffer Boe, hay una escena entre escenas; un hombre va cayendo y solo atina mover brazos y pies. La escena apenas breve se repite o más bien sigue por lapsos entre cortados. La película es una variación de un mismo hecho. Las suposiciones son el pasado que avizora un futuro que nunca sucede. Un juego fragmentado que tiene como eje principal al amor.
Caer en un vacío que atrae sin pedir permiso. ¿En qué momento nos desprendimos del suelo? .Despertamos y no sabemos que caemos, es hasta que vemos que otros también caen, que entramos en la sensación de ir cayendo y no poder hacer nada. La conciencia como acto sería mas como una caída en vacío. Un acto natural del cual nos damos cuenta conforme vamos cayendo. La conciencia no es una desición sino un acto natural. La conciencia se nos representa como el acto expresivo de lo cotidiano, pero visto en lente poético la conciencia es un vacío que apenas llegamos a vislumbrar: una caída que no podemos detener simplemente continuar.

Aire quizá.
Una sensación que se pierde pero nunca deja de estar. Aire más que tierra o agua. La conciencia como el aire, es una presencia que nos contiene pero que adquiere sentido hasta que la respiramos, hasta que nos fluye para incorporarnos. Decir el aire por su no-forma; por la concepción etérea de su significado. Por ser una insinuación que apenas sentimos; irrefutablemente necesaria.

1. Conforme vamos viviendo empezamos a notar una corriente apenas explicable que nos entra, y después sin querer nos sale. Lo vamos notando apenas, sigilosamente. A veces esa corriente nos congestiona. El aire tiene matices -o densidades- que nos hacen notar su presencia que nos dejan sentirlo. La brisa del atardecer no es sino la ausencia del ventarrón. El aire es una variación de un mismo tono.

2. La conciencia se siente como sentimos el aire. Un fluir que se transforma y sale añadiendo a la superficie un poco de nuestra identidad.
La conciencia es la presencia de un vínculo. El aire permite la vida pero no es la vida. La conciencia es acaso un lenguaje que adquiere sentido hasta que se pronuncia o se simboliza; hasta que se siente, hasta que nos vive.

3. Respiración. Apropiación del viento, que crea una corriente interna que va a su propio ritmo. Entonces las personas ya no son solo un fluir y seguir, sino también una personalidad que toma al ritmo por la cintura y le da unas cuentas vueltas.
Al final la conciencia se vuelve eso, un baile.