jueves, 25 de diciembre de 2008

siete acercamientos al espacio callado

“El silencio lingüistico no contiene palabras sino una cadencia”.
Pablo Fernandez Christlieb
1. No será casualidad que un escritor, en este caso Octavio Paz, afirme que su condición de poeta es contra el silencio, lo dice en ese poema, que también es postulado, llamado Libertad bajo palabra. Lo entrañable surge, cuando el poeta asume su condición limitada ante la impotencia de nombrar ciertas cosas, ciertos gestos. Esta vez lo dice en el poema Nocturno; “Sombra trémula sombra de las voces,/ (…) ¿Cómo decir, los nombres, las estrellas,/ los albos pájaros de los pianos nocturnos/ y el obelisco del silencio? (…) ¿Cómo decir, oh sueño, tu silencio en voces?”. Paz asume el lenguaje como una sombra, tentativa entrañable, cuando más se aproxima a los objetos, reafirma su postura siempre lejana. Las palabras nos muestran una realidad que no es la realidad sino su abstracción; el rostro siente la sombra, cercana, intima, apenas voltea para verla de frente, la sombra se aleja. Se esconde. Las sombras no tienen rostro.

Lo profundo calla”
Jozséf Attila
2. Una palabra es siempre determinada. Y lo determinado -nos dice Francois Jullien- es siempre agotable. En su libro Elogio de lo insípido Fancois Jullien, nos habla del ideal contemplativo, en la antigua filosofía oriental. La sabiduría, no como una contención de ideas, sino como una saber decantar; un dejar fluir. Todo sonido emitido anula la posibilidad de otro. Del silencio, apunta Jullien; “(…) lo que pierde en manifestación física, lo gana en presencia espiritual (...) toda palabra está condenada a perder apenas empieza a manifestarse.” Más allá de una crítica fatalista hacia la palabra o a la acción, Jullien retoma el acto de poder valorar cada expresión en su sentido profundo. Ir por la vida con el sentido tenue de la ligereza, no como gesto de indiferencia sino como el acto que deja percibir la profundidad. Algunas veces, callar es dejar, anularse para contemplar.

“(…) justo en el umbral, el paraíso me dio miedo”
Guadalupe Nettel
3. Al estar en el área de lo neutro, los silencios oscilan en el territorio de lo desconocido. Su sentido se abre a todos los significados; es indefinido en apariencia. El miedo a lo desconocido, es un gesto común en la historia del hombre, de esa sensación de miedo, por ejemplo, surge la religión y también la ciencia. Por eso siempre se trata de evitar lo callado; apenas sentimos su presencia y lo llenamos de ruido, de palabras huecas. No sabemos escuchar el silencio porque pensamos que las palabras son la única comunicación posible, por eso, cada vez los gestos son menos y actualmente, uno de los grandes significados de callar, es el de sinónimo de temor. Aunque si la sociedad empezase a sentir sus silencios, se daría cuenta, que vive tantos papeles, que su vacío es aparente; el silencio no solo es contemplación, en su esencia se gestan los actos, más que un puente, es una estancia que duele y crea lo íntimo.


“Todo silencio, creo yo, es una segunda soledad que acrecienta la primera”
Antonio Lobo Antunes
5. Los silencios son espacios, y como todo espacio su construcción es lenta, no exenta de complicaciones. Su construcción puede devenir en una enormidad apenas imaginable. Cuando el espacio se desborda y deviene en vacío, el silencio duele. Esta manera de callar, es acaso el gesto rutinario del desprecio; una idea común de lo callado. El espacio es tan grande que los límites no se pueden imaginar; los silencios abiertos nos muestran la distancia enorme que ningún lazo puede cruzar. Es precisamente este silencio el contrario de la comunicación; su sentido es la ruptura. No se sabe que decir, ni tampoco, que hacer cuando una presencia es insana. Callamos ante la imposibilidad de establecer contacto alguno. La indiferencia duele tanto, porque insinúa la enormidad. Buscamos algo para detenernos, lanzamos un puente que tal vez sea un gesto o más determinado, una palabra; buscamos la construcción de una estancia; nos encontramos con una nada dirigida, no nos deja aprisionar; el silencio es aquí, una negación. Entonces el silencio puede devenir en desarraigo, por ejemplo, El libro del desasosiego de Bernardo Soares, es una extensa bitácora de la imposibilidad de comunicar y relacionarse, en él Soares describe su soledad como “El silencio absoluto del alma que se reconoce incapaz de actuar”.

“Amante todo calla. Tú, sin nombre,
en la noche desnuda de palabras”
Octavio Paz
6. Un espacio cerrado insinúa seguridad. Los espacios cerrados son pausas que se llenan de ventanas para ver el mundo pasar; nos detenemos porque hemos encontrado un espacio entrañable, el mejor lugar para ver y descansar. Un silencio cerrado es la construcción de la intimidad. El silencio cerrado puede ser individual, pero adquiere profundidad poética cuando se comparte. En un aforismo, inusualmente feliz E.M. Cioran apunta; “Un muchacho y una muchacha, ambos mudos se hablan con gestos. ¡Se veían tan contentos! Es evidente que la palabra no es, no puede ser el vehículo de la felicidad”. El filosofo de la pesadumbre, acepta la belleza como un acto; un silencio compartido. Es esta dilución de las barreras, que se borra lo individual para dar paso a la construcción del Nosotros. En su condición contemplativa, los silencios cerrados, gestan los actos. Las palabras son puentes, acciones dirigidas, cuando encuentran asidero, van dando paso a lo callado, dejan que otros actos como los gestos puedan hablar, hay entonces sonrisas y miradas profundas, se empieza a forjar una nueva materialización del espacio. Entonces uno se calla, no porque no haya que decir, sino porque ha entrado en una profundidad incomunicable. Surgen entonces los abrazos, esa obvia concreción de lo cerrado, y en ellos se gesta, el escenario perfecto de esa necesaria dilución de lo material, los besos.

“Es la fe en la forma, no por el riesgo del vacío sino por el placer de disfrutarla”
Carlos German Belli
7. Las palabras no van contrarias al silencio. El silencio es su escenario, su espacio; por él son. Buscar las palabras, no como una irrupción sino como un acto que se diluye. Decir, por ejemplo, que la poesía es la forma mas sutil de nombrar lo callado. Vivir el silencio como un acto que deja escuchar y sentir, que no anula otras formas de comunicación. El gesto de valorar cada acto por su peso es la razón de la fluidez; donde todo va, y sigue…

martes, 16 de diciembre de 2008

INICIAR O TERMINAR, CASI NADA.

Digamos que hay un casa y en esa casa, una reunión. Allí hay bebida y comida, algunos amigos y tanta música. Digamos que hay alguien que pudiese ser Yo; un Yo que en otro tiempo se hubiese sentido ajeno, tan apartado. Digamos que ese Yo no deja de bailar y se siente feliz, tan cercano, es entonces que las horas pasan y la música y todo adquiere una nueva condición, desconocida. Digamos que las preocupaciones son cada vez menos, y hay fotos, y comida y unos tragos más. Digamos también, que aunque toda la noche juntos, alguien adquiere una nueva condición y esa persona es alguien que bien pudiese ser Ella. Y Ella me agarra fuerte y giramos y también brincamos y no hay cansancio. Digamos por último que el tiempo va entretejiendo diversos gestos, sentados por ejemplo, vemos una luna tan blanca y las manos se enlazan, un momento lleva a un gesto y ese gesto es, en apariencia un salto irrefrenable, y por momento uno levita y todo se suspende, todo comienza y termina en ese acto, nada más.
* * *
Alguien toca. Odio tanto a ese alguien porque nos ha tirado y de nuevo se siente el suelo, tan frío. Después del salto, poco puede quedar igual, no obstante hay algo de luminoso, digamos, para acabar que hacía tanto no daba un buen salto.

Como dice David Miklos, así las noches de luna con manos tejidas, así las cosas.