lunes, 27 de abril de 2009

llamadas encontradas

1. En un supuesto 'ahora' que no es hoy, estaría caminando por CU rumbo al metro. Después de la clase de P. F. Chr. estaría con el ímpetu renovado para acelerar la velocidad de mis lecturas, estaría un poco más contento. Estaría, también, viendo caer la tarde y sintiendo el viento ligero que siempre antecede la sutil caída de la noche. Hoy habría comido con ellos, hace una semana como sin querer, rompimos nuestro pacto implícito y no hubo comida. Ahora no sé hasta cuando habrá de nuevo. Hoy apenas la casa y algunas lecturas. He empezado por fin Fado Alejandrino de Antonio Lobo Antunes. Leí algunos ensayos de Guy Davenport...

2. No sé por qué subo a la azotea para hablar por teléfono con M, con sorpresa me entero que se ha marchado a Querétaro. Estaba tomando un café con su mamá. La llamada fue breve pero me puso de buen humor. Después de eso, veo lo que puedo de la ciudad, las calles viven como si nada, o al menos eso reflejan las construcciones sombrías; normalidad, en eso quiero creer. Veo apenas tres personas, las tres con cubrebocas. Sigo mirando...

3. Hace un rato hable con V. ayer soñé con ella, no recuerdo que pasaba en el sueño. Hablamos, primero del tema 'trivial' después los temas fueron sucediendo, hicimos planes para ese futuro que por hoy se ve distante, no obstante mientras lo nombramos, lo sentí real, posible. La vida se ha tranquilizado de nuevo.

miércoles, 22 de abril de 2009

guardo el viento en esta nota

Aquí adentro -¿afuera?- en una de la terrazas de la Vasconcelos, leo los Diarios Indios de Chantal Maillard. Surge, entonces, la frase: "la mirada que se desborda..." y como gesto natural alzo la vista y la dejo expanderse al tamaño de la tarde, tarde nublada por cierto, que deja entrever una ligera lluvia. Me pregunto; ¿Acaso veo las gotas, o es tan solo el sonido inconfundible de la lluvia el que me hace sentir, que las veo?
Siento, tambien una ligera corriente de aire que enreda un poco mi cabello, ahora una corriente más intensa alebresta las notas que voy escribiendo conforme leo. Aun tengo que ir a clase de Ingles, la tarde no obstante se siente intensa, no hay cansancio. El viento se ha llevado ya un poco de mí; quedo un poco más ligero.

domingo, 19 de abril de 2009

Ha sido un fin de semana nublado, me he quedado casi todo el tiempo en casa. Apenas y he notado la vida - la de afuera- cuando salí por jugo y un poco de pan. Soy ajeno a la colonia donde vivo. Me he dejado succionar por un nada que cada vez me cuesta más trabajo. Ayer, todo el día, viendo Six feet under, no puedo dejar de verla y conmoverme. Tambien me hace enfadar y me entristece; querer decir y no poder, querer estar y no poder estar, querer vivir y tampoco poder.

Hoy he leído un poco de Adam Zagajewsky, su hermoso libro En la belleza ajena. Estoy a punto de terminarlo. He intentado escribir y no he podido. Parece que de nuevo voy cayendo.

V. me manda un bonito mensaje que no he podido contestar, precisamente, por no saber qué contestar:
 Tan solo para saber de tí. Has conocido a alguien interesante?

martes, 7 de abril de 2009

la niebla que se disipa

1. Viernes suspendido; después de la comida, ya entrada la noche, L y yo decidimos fugarnos y alargar -ahora sí- un poco más la noche. No más sueños. Bebemos café y nos reímos al recordar al 'gordito' que atendía la cafetería y el cual, simpáticamente, le coqueteaba y que al salir del local le oí llamarme afortunado, pensando un poco, supongo, en la madrugada que se comenzaba a insinuar. Lo soy. En ese momento vienen a mí las frases últimas con las que Hector Manjarrez cierra su diario citadino, El bosque en la ciudad:
¿A donde van con sus pequeñas mochilas? Se ha dicho que la juventud es algo demasiado precioso para desperdiciarlo en los jóvenes. En estos dos ciertamente no se desperdicia ni tantito. Yo fui así muchas veces, creo.
Tomamos el café en el carro, L toma mi mano y delicadamente la va durmiendo. Le comento lo escuchado y las frases de Manjarrez, ríe y me aprieta un poco más. Pocas palabras. L me dice que alguna vez, en una circunstancia parecida ya le había compartido aquella frase. Sonrío. La noche sigue, el café las manos y los gestos; afuera la vida pasa, aquí se queda.

2. Ayer (¿o antier?) una foto de Manjarrez en La Jornada, se le ve un poco entrado en kilos, con el rostro un tanto adusto, aún de ser su lector no le conocía el semblante. Recordé las tardes en el piso seis de la torre de humanidades en el CENART; el cursillo de Christopher Domínguez en el que leímos Rainey, el asesino. También recordé mi primer lectura de La maldita pintura la cual me desconcertó. Pero sobre todo recordé ese genial libro suyo que es El bosque en la ciudad el cual apenas unas noches antes, rememoraba con L. Supongo que ese es mi Manjarrez más querido. La breve entrevista en La Jornada fue una extraña continuación a aquella lectura, descubrí por ejemplo, que aquella niña del diario que cuando iba al baño a liberar a Willy tiene ahora, más o menos, mi edad. Al fin de la lectura, no se porque una cierta nostalgia, ¿de qué, de la lectura o del paso de mi tiempo, uno que casi siempre siento estático?

3. Manjarrez, El bosque … y L un triángulo de antes ahora es distinto; he ahí mis nostalgia. Pero toda nostalgia es también el espacio que se abre y deja la luz, (Desear es recordar ese objeto, disparar contra su imagen, dice Paz) esa niebla que hubo entre nosotros, se va disipando. Ahora la luz ya no es pasado, es presente:
Nosotros somos así muchas veces.