domingo, 23 de agosto de 2009

impactos que no se llenan

Hace ya dos semanas que estoy en el Espacio Infantil de Universum, ¿trabajo? no sé, pero a veces me divierto. A veces viajamos a la luna con cascos y todo, también, buscamos y encontramos los parásitos más comunes que encontramos en casa. A veces salimos al jardín a buscar insectos, liberar mariposas.

Antier encontré en la biblioteca del Espacio: Efraín Huerta para niños el libro está ilustrado por dibujos hechos por niños. Efraín, nació también un 18 de junio pero de 1914...

Ayer, una pregunta que desconcertó, su voz, la de ella diciendo: ¿eres reflexivo verdad? primero un titubeo, la palabra que casi no me gusta musité. Sonrió. Ya después hablamos un poco entorno al constante pensamiento que a veces limita el salto o el cauce; le conté la vez que enclipsado en un extraño dialogo interior choqué con los torniquetes del metro. Al final surgió un recuerdo entorno a un video de Francis Alÿs, ese que se llame If you are a typical spectator, that you really doing i whaithing for the accident to happen ese en donde Alÿs fue envestido por un automovil. Nada grave.

Me da miedo pensar que siempre seré un testigo, aislarme de la realidad y recapacitar cuando sea ya muy tarde. A veces son los autos, a veces no hay impactos, tan sólo una oquedad que no se llena.

domingo, 2 de agosto de 2009

la luna como ninguna

Justo en la parte superior de mi ventana, las últimas noches la luna se ha puesto a mirarme. Aparece puntual y se queda allí velando, susurrando nubes moradas. Cada noche lamento su elección. A veces quisiera ser un poco más interesante para ella, mostrarle noches épicas llenas de vida, de empeños, de otros; así, para que no se aburra, para que no me deje. A veces con pena le obstruyo la mirada, dispongo las cortinas y enciendo la luz de la habitación, así, imagino, verá tan sólo su retrato callado,constante. Si leo, enciendo mi lampara de escritorio y repliego las cortinas, dejándole libre de intermediarios para mirarme, le veo de reojo cada que cambio de pagina o le doy un pequeño sorbo al café o al té. A veces sin lecturas nos dejamos mirar. Cuando gana la vergüenza o la pereza -esa que me gana tanto últimamente- dejo las cortinas extendidas buscando cubrir tan sinuosa mirada, además enciendo el televisor para olvidar tan constante presencia, no obstante en la madrugada, a tientas, recorro un poco la cortina para ver si aún, impasible, me vela.

Ayer comprendí tan cotidianas visitas mientras por el messenger revisaba mi correo, pues encontré una nota en el mail de L, la cual decía: la luna como ninguna; la luna que me deja en cada mirada, los rostros de esos otros -míos-, que en otros cuartos, en otros paises y en otros mundos, tambien descansan. La luna que mira no para contemplarme sino para dejarme en cada velada el gesto nocturno de aquellos a quien quiero, recordandome que aunque en otro lado, también descansan.

Ya no recorro las cortinas, dejo que la noche suceda ante esos ojos que no ven pero sienten, y me abrazan, me arropan.