lunes, 13 de diciembre de 2010

Sobre las jaurías

1. Head on. Cai Guo-Qiang:
2. Un hombre dibuja en las cajas de cerillos, diminutos paisajes de la provincia de Fujian, en China. Su hijo se da cuenta que esos dibujos, poco o nada tienen que ver con la realidad material de su provincia. Años después el hijo comprende que los dibujos corresponden, no a la realidad obvia sino a una realidad más compleja; la realidad que habitaba el corazón de su padre. El hijo del hombre que pintaba cajas de cerillos es Cai Guo-Qiang.


3. Imaginarse una jauría que se precipita al vacío, o se estrella contra un cristal. La fuerza del instante donde uno pone en riesgo la propia vida, un salto, una caida, un correr desenfrenado que no se puede parar. No es tanto el choque, sino la pasión de ser más que uno. Un desprendimiento que sucede para no volver a pasar jamás.


4. Los hombres también pueden ser jauría, Kafka escribe:“Si uno pudiera ser un piel roja siempre alerta, y sobre un caballo que cabalgara veloz, a través del viento, constantemente estremecido sobre la tierra temblorosa, hasta quedar sin espuelas, porque no hacen flata espuelas, hasta perder las riendas, porque no hacen falta riendas, y que en cuanto viera ante sí el campo como pradera rasa, hubieran desaparecido las crines y la cabeza del caballo". El hombre que se deshace en el instante.


5. Me gusta la idea de la polvora en Cai como una manera de estar cerca de esas cajas de cerillos que pintaba su padre. Al pasado, para no olvidarlo, lo llamamos repitiendo gestos.


6. El pasado a veces regresa en forma de fantasma, como en Hamlet. Otras tantas, regresa por una madalena remojada en té, como en Proust. Pero casi siempre regresa en forma de jauría, los recuerdos que se precipítan uno tras otro, de forma vertiginosa para al final, estrellarse contra un muro. Ese muro, se sabe, es la imposibilidad de cualquier retorno.


7. La soledad de vivir después de una sucesión desenfrenada de recuerdos. Trastabillando tratamos de ponernos en pie.