martes, 24 de marzo de 2009

la velocidad de la luz

1. La portada -que ilustra tan bien la novela- es concreta; la espalda de Rodney que insinúa una figura que no se deja de mostrar; toda relación ¿no es acaso eso?: el semblante conocido que pensamos cercano y un día como de imprevisto demuestra todo lo ajeno, todo lo extraño que en verdad es; somos sombras -y como toda sombra-inapresables.
La espalda, al dar vuelta qué dará, no un rostro pero si una historia, que tal vez, aun de contarla, no se entienda.


2. Como la velocidad de la luz, o incluso un poco más rápido, el domingo por la mañana, después de despertar -y de soñar con L, mi L en fuga- terminé la novela de Javier Cercas. Me encantó. Pase toda la tarde pensando en ese suceso genial que es la amistad y que también, a veces,
perdonen
se padece -ese contar al que se refiere Javier Marías adonde la historias –en este caso de nuestras amistades- no nos dejan y padecemos ("Ojalá nadie nos pidiera nunca nada, ni casi nos preguntara, ningún consejo ni favor ni préstamo...") y después sin olvidarlas, seguimos ya más débiles ; toda amistad es una compenetración de intimidades de la cuales, uno ya no queda nunca indiferente.

3. La tarde paso , también, con el entrecruzamiento de ese sueño extraño con L: ambos en un transporte parecido al metrobus, el cual iba vacío y se conducía sin chofer, ella sentada viendo a la ventana a una ciudad nocturna que no se dejaba de mostrar, yo con una sensación de haber llegado tarde y con un una sensación de imposibilidad al no poder decirle a L, que me apetecía estar un poco más con ella. Eso fue el sueño no más.
Ya en la tarde la muerte de Rodney por ese pasado que no nos deja -"yo ya lo he olvidado, lo que pasa es que eso no me olvida a mí". Despues casi nada, o muy poco.

(Un paréntesis; ahora que escribo pienso que el trayecto del sueño fue muy parecido al trayecto que sucedió cuando L y yo acudimos a la presentación del ‘Diccionario crítico…’ de Christopher Domínguez. Ya de regreso –aun recuerdo- me sentí con la imposibilidad de poder alargar esa tarde-noche después de la presentación, adonde ya no hubo palabras, sino algo más, algo extraño que tanto quise alagar pero no pude, no supe; nunca volví a sentir tan cercana a L desde esa noche en el metrobus. Con razón la sensación en el sueño de ya haberlo vivido.)

3. Apunto de dormir viendo por fin Twin Peaks -que Alf, de nuevo me prestó- sucede el insight siempre con su carga de obviedad al lado; mi historia con L es parecida a la del narrador con Rodney en la novela, y la cual , es tal vez, la síntesis de muchas amistades. Tal vez no:
Una sincronía en un comienzo, luego una retribución de sutiles gestos, luego una correspondencia entrañable ante la incertidumbre de uno, después una distancia, luego cuando el otro necesita tanto como el primero, la sincronía se ha alterado y ya no hay circulo sino, más bien, algo inacabado. Al final un remordimiento y la necesidad de cerrar; en la novela Roadney muere; en mi historia con L antes de la desaparición un prorroga, apenas breve; "siempre queda, un poco más y porque no seguir un minuto, la lanza, un segundo, la fiebre, y otro segundo, el sueño ..." J. Marías de nuevo; aquí -entre nosotros L- aun hay segundos antes del sueño, uno y otro y otro...

4. Ahora, al escribir y pensar, sé como termina mi sueño; antes de que L baje en esa estación que es su destino, le tomo del brazo, voltea, un segundo, no hay palabras porque hay sentimiento, otro segundo, una mirada, un segundo más, un gesto y un detenimiento -el último segundo es todo el tiempo. Despierto. Ahí quedamos y aun estamos; detenidos ...

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