domingo, 1 de marzo de 2009

viernes en domingo

Viernes; mañana de conclusiones. Hace un tiempo ambos quedamos en participar en la convocatoria de la revista Punto de Partida. Pláticas que fraguaron ilusiones de proyectos y escritos. Esta mañana ella ha llevado dos textos; un ensayo y un cuento, he leído ambos, hubo correcciones en el proceso. Se le nota contenta. Yo en cambio no termine nada. Me escudo en la inacción. Elogio de los ingenios estériles dijo Julio Torri. Sí y no; en mí no hay ingenio, más que escritor del No, soy del nunca. Una postergación que de nuevo es la salida más fácil. A Ella la veo aun entusiasmada, la trascendencia no es el resultado sino el hecho de dar pasos. Generar movimiento dice Ella.

Viernes; tarde comida y planes. Con Ella y con Ellos (dos que a veces son uno) voy a la feria de Minería. Antes visitas casi diarias, ahora tan solo esta y sin mucho ímpetu. Lo mismo sucede con el Ficco; pocas películas muchos planes. Antes venía con afán descubridor, era mi contacto más directo no con la literatura sino con el mundo literario, el sueño de alguna vez pertenecer; aun recuerdo la Antigua Capilla a reventar ante el homenaje a Pitol por el Cervantes, aun recuerdo a L. -esa L. que ya no puede ser nombre y pasado común, ahora tal vez es, apenas, algunos gestos- a mi lado haciendo inocentes preguntas. Ayer soñé con ella (jueves). Quizá por eso ya no vengo porque aquellos tiempos de ilusiones fueron un lastre que tanto costo quitar. Quiero creer que cada vez ese pasado es menos sombra y más nube.
Con Ella entro a una charla entre Antonio Ortuño y Nicolás Cabral. A Ella le cae mal Ortuño, se pone de malas incluso. Termina la plática y caminamos y vemos libros. Leemos solapas. Otro motivo más obvio; uno no regresa porque ve todos los libros que pudiera comprar y que en ese ahora se vuelven imposibles de adquirir.

Viernes; noche y café. Caminamos ya de noche en busca de un café. Ellos y Ella ahora conmigo, habitampos un Nosotros. La noche es demasiado fresca después del encierro que siempre es estar en Minería. El café se vuelve la postergación de tan linda tarde. Ya en el café hay plática y una oscuridad de velas que borra los gestos más sutiles. A Ella con las sombras, la veo detenidamente cuando habla de Freud -su pasión manifiesta; su rostro que cobra ligereza y los ojos un brillo, sus frases salen rápidas pero articuladas. Ellos que son dos, a mi lado escuchan y preguntan. Sí, aunque callo me siento contento. Muy contento. Estoy en calles que forjaron mi pasado y siento, por fin, un tibio pero constante presente.

Viernes; más noche y caminando. Ella y yo decidimos regresar caminando desde el centro a su casa. Cuarenta minutos más o menos. Venus y la luna aun se ven en pareja. La caminata va en silencio y en planes de acciones. Ahora no solo siento la movilidad física de caminar sino también la espiritual que siente ganas de saltar de nuevo.

No hay comentarios: