miércoles, 30 de marzo de 2011

gil de biedma, stamm y lo que puede ser la literatura



  1. El escritor catalán Jaime Gil de Biedma de joven creía querer ser poeta. Tiempo después se dio cuenta que en el fondo quería ser poema.


  2. En Agnes (Acantilado 2001) la prosa del suizo Peter Stamm (Winterthur, 1963), es una prosa transparente, casi ausente. En cada frase surge una claridad inusitada. Leer Agnes su primer novela, es una experiencia silente, sosegada, melancólica. Stamm al igual que Chejôv, logra generar la sensación de lentitud a partir de la brevedad: ciento cuarenta y nueve páginas apenas. Más tiempo – decía el poeta Juan Ramón Jiménez- no es más eternidad. En este caso más páginas no son más literatura.


  3. La historia que no es una sino dos: Agnes y el narrador –del que nunca sabremos su nombre- se conocen en una desolada sala de la Chicago Public Library. Él, un escritor suizo de edad madura, realiza lecturas relacionadas con la historia de los vagones de tren para su próximo libro. Ella, realiza su tesis en Física, sobre los grupos simétricos de las redes cristalinas. Después de eso, lo de siempre, aunque eso nunca sea lo mismo: las primeras salidas, los primeros encuentros, los gestos compartidos. Conforme la historia continua, surge la historia de la historia; el narrador a petición de Agnes escribe la novela de su relación mientras ambos la van viviendo. No el reflejo de lo que va pasando sino la creación de la historia adonde ellos dos son los personajes centrales. De esa manera crean un juego, cada vez que se encuentran el crea escenas suponiendo lo que pasará, se las lee mientras cenan para después, volverse protagonistas de su historia de amor. La realidad nunca sucede como la suponemos. Será entonces que la historia escrita y la historia que van viviendo divergen cauces, los mismos personajes, historias distintas. Las historias al final buscaran reencontrarse, no importando las consecuencias que de ello emerjan. Lo de siempre, pero no. Hasta aquí la historia.


  4. “-El desenlace siempre es difícil –dije- , la vida no tiene desenlace ingeniosos. Sigue adelante.” Así la novela, así Peter Stamm.


  5. La novela de Stamm muestra un paisaje al cual no podemos entrar del todo, una aproximación nada más, un paisaje aproximado -como curiosamente se llama otra de la novelas de Stamm. Como si la narración fuese una ventana adonde sólo se ve lo necesario, pequeños gestos, actos sencillos que van determinando el curso de la vida, que dicen pero que usualmente no vemos. Lo trivial importa hasta que desaparece. Así la novela que nos deja ver las fisuras que van surgiendo en la historia de los protagonistas, ellos no lo notan porque lo viven. Siempre hace falta escuchar, ver, sentir la ausencia.


  6. El escritor italiano Claudio Magris dice que tal vez la literatura pueda tener, como las hojas de los árboles, un lugar en el mundo. Ese lugar no será el de la redención, tampoco el de la huida. Puede que sea más bien, ese que nos hace aferrarnos a la vida como pensó Octavio Paz, nos permite verla, y mientras la vemos nos deja darnos cuenta; nos reconocernos y nos imaginamos en lo demás. La literatura- nos dice Magris de nuevo- otorga la revelación de que la salvación no llega una vez para siempre sino que está siempre en camino.


  7. La felicidad puede ser lo más cercano a la salvación, mientras sucede la vida vale la pena; su naturaleza es discreta, acaso como bálsamo, momentánea, minúscula, un alivio apenas. La felicidad es como tranquila. Contra las historias de pasión desbordadas Stamm propone el amor como una dulce sensatez, como una tranquilidad compartida. Es cierto que el amor, como la vida, surge para vivir muriendo pero también es cierto que en esa desaparición surgen los pequeños puntos de la felicidad, los breves pero imprescindibles gestos del amor .La literatura más que entendimiento sugiere razones para seguir viviendo, regala escenas que dejan la ternura insinuada: “-Fuimos a la sala, y Agnes me abrazó y me beso largamente como si tuviera miedo de perderme- dije citando. Y tal como lo había citado, Agnes me abrazó, pero lo hizo riéndose y sin miedo. Me solté y fui a la cocina para terminar de preparar la cena”.


  8. “- Tiene que pasar algo que haga la historia más interesante- le dije por fin a Agnes. -¿No eres feliz con lo que tenemos? -Sí que lo soy- dije- pero la felicidad no da para buenas historias. La felicidad no se puede escribir es como la niebla, el humo, transparente y volátil. ¿Has visto alguna vez a un pintor que haya sabido pintar el humo?” Así la novela de nuevo, así Peter Stamm


  9. Querer ser poetas. Vivir una historia de amor y querer escribir la historia de lo que quisiéramos ser. La felicidad no da para buenas historias pero nos hace aferrarnos. No podemos pintar el humo pero vale la pena intentarlo. Una hoja de árbol cae, nos damos cuenta que a veces, sin darnos cuenta, somos poemas

Publicado originalmente en: aQROpolis n°37

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