miércoles, 4 de mayo de 2011

el mundo entre mirlos y notas periodísticas

1. Desconfío de cualquier día internacional. Conmemoración tras conmemoración enmarcamos todo en una fecha que aspira al olvido.  Institucionalizamos  cualquier cosa por  miedo a perderlo todo, inclusive dice Claudio Magris que  anotar en un cuaderno la dirección de una calle o el recuerdo del día, está emparentado con el miedo al olvido. No sabemos, no imaginamos, que así lo perdemos todo más rápido: hacemos una cripta de aquello que debería vivir por sí solo. El 23 de abril fue, según la UNESCO, día internacional  del libro. Ese día murió Cervantes y Shakespeare.  Recuerdo la fecha no por las rosas que dieron en la Universidad (que este año adelanto el festejo por la pascua) sino porque el  de 23 de abril es el cumpleaños de la niña de la cual me enamoré en la secundaria.  Hace años que no la veo. No mentiría si dijera que es del único cumpleaños del que me acuerdo. La verdad es que los cumpleaños me dan cualquier cosa, pero esa fecha, ahí quedó, como una nota que no se pierde.  Hace dos años también en ese día, fue cuando se declaró la emergencia sanitaria de la influenza, entre fechas olvidadas y anotadas vamos viviendo día a día.

2. Los periódicos son un inventario de fechas pérdidas. Acumulan historias y olvidos; reproducen y matizan la lógica del tiempo: esa donde todo tiene un ayer y un mañana.  Más que fechas, ordenan y nombran la tragedia.  Dicen que los periódicos están condenados a desaparecer en este siglo XXI. Ojalá y no.  Hay en los periódicos no sólo una cultura de lo escrito sino también una manera única de expresión. Ante el mar de notas que navegan en la web (un mar que nunca cesa), en los periódicos por un momento, se ordena el mundo.  Se dirá que lo mismo puede hacer desde la versión online, pero en internet las notas viven aisladas -aún de los hipervínculos que manejan -, se muestran en pantalla como únicas. Internet es un mundo dónde uno sólo encuentra lo que quiere.  En los periódicos, en cambio hay una materialidad concreta donde las noticias habitan un espacio común. En un periódico, más que imágenes,  caben las historias escritas que nombran la ausencia. 

3. Por una casualidad de papel  y de conmemoraciones oficiales,  leí La Suave Patria de Ramón López  Velarde. Salió impreso  en las páginas de cultura de los periódicos por ser día internacional del libro y por ser el noventa aniversario de la publicación del poema.  El poema apareció originalmente el 24 de abril de 1921 en la revista El maestro  de José Vasconcelos. Hubo un tiempo en que toda la niñez mexicana se supo La suave patria de memoria. Venía en los libros de texto y se recitaba como mantra. No hay mejor forma de matar un poema. Eran los tiempos del priismo, ellos  supieron crear el olvido oficializando todo precisamente; en su nombre y en la prédica institucionalizaron la revolución, también con ella, la  novela de la revolución y el muralismo mexicano. Ya nadie lee por gusto a Mariano Azuela, aunque la verdad nadie lea nunca nada. Borges también se sabía La suave patria de memoria. Pero en él, el poema no era olvido.  Contaba Octavio Paz que una vez el propio Borges le recitó un fragmento del poema de Velarde,  y acto seguido,  le preguntó, “A qué sabe el agua de chía”,  Paz, en una afortunada y lacónica respuesta, le dijo, “sabe a tierra”.

4. El día de hoy no  se encontraron más narcofosas pero hubo más muertos. Hay gente que sigue esperando encontrar a las personas que quiere y siguen desaparecidas.  Javier Sicilia sigue acampando en Cuernavaca afuera del palacio de gobierno. Las noticias de México  van siendo las mismas desde hace algunos años. Lo que va cambiando son las cifras y los nombres, hace dos años decíamos 20 mil muertos, ahora ya casi llegamos  a  los 40 mil.  Todos los días es lo mismo. Despertarse, acomodarse el cabello. Ir por los periódicos. Recordar cuando iba en bicicleta. Jurar, como desde hace dos años, que ya compraré otra. Regresar a casa. Preparar el café. Hojear  primero.  Regresar después, a las notas que llamaron la atención.

5. Todos son los mismos, pero unos se van muriendo mientras que otros empiezan a asomar discretamente.  La semana pasada murió Gonzalo Rojas. No se aprobó la reforma laboral ni la de seguridad nacional. El almirante Wilfrido Robledo ha renunciado a su cargo en la AFI. Todo más o menos igual. En otra página, discreta, aparece la poeta cubana  Fina García Marruz a quien  le dieron el premio Reina Sofía. Entre las notas de actualidad se cuela la poesía, entonces unos versos suyos: “Yo veía desde el cuarto interior, ropa tendida/ y escribía: los mirlos pasan cantando”.

6. En un periódico se hace inventario de la tragedia cotidiana. A veces en vez de ver las mismas notas como ropa tendida desde el cuarto interior, aparecen  notas como mirlos que cantan. Un día es la suave patria, otras tantas,  es una nota que dice, murió Ernesto Sabato, tenía 99 años.  

Publicado originalmente, en  el n° 42 de aQROpolis

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