miércoles, 14 de enero de 2009

diario de nada

1. (hace unos días) En el estudio de VC. espío su libros en busca de nada, tan solo recorrer la vista por títulos que no pretendo reconocer . De ese recorrido, por destino o azar, surgen dos libros que inusitadamente adquieren tamaño particular - los demás desaparecen o algo parecido: uno es El espejo enterrado de Carlos Fuentes y el otro es La ignorancia de Milan Kundera. Esos libros son míos, o eran. Había olvidado que tiempo atrás se los había prestado. Entreabro La ignorancia y como si el polvo se materializara una hoja de papel cae... sucede un silencio así, en solitario, la hoja sigue cayendo, despacio. Recojo el papel y me doy cuenta que es una carta, mía de hace tanto, de hace tres años casi. La leo, y conforme avanzo por esas frases -escritas siempre con una letra horrible- me empiezo a reconocer y cual madalena proustiana se empiezan a suceder distintas imágenes cuyo tema es mi amistad con VC, es como si las frases escritas trajeran ese rostro de antaño, ese semblante que no es lo visible sino lo entrañable, lo que se siente pero se calla. Veo a VC. y sonreímos, hay un silencio cerrado, la leemos de nuevo, hay risas; son ya casi tres años que son tanto y sigue.

2. (hace un día) Como aquellas tardes apariencia pérdidas, LOS veo y todo sucede como un pasado que no se deja y duele; no me reconozco en ellos. Un Ellos que antes era inclusivo Nosotros, ahora es un vulgar vestigio de una amistad que fue y ya no es. Todo es una exagerada caricatura de aquello que ya no puede ser; un Nosotros nauseabundo que aun intenta aferrarse a una nada que ya es tanto.
Al final rumbo a casa, surge una sonrisa con nostalgia; la amistad también es un espacio el cual se deja y duele re-conocer. Me duele haber retrocedido en el tiempo y encontrar tan solo un pasado sucio que niego. Sigo pensando… recordando tal vez.
Soy injusto, el pasado no es tiempo que se deja, pervive sutil en los gestos y en los actos, porque no es obvio lo negamos. Yo también soy Ellos, un Nosotros de antes.

3. (Hace unas horas) Regreso a las clases de Ingles y me siento extrañamente cómodo con personas no imaginadas. Ya en el metro una pareja se besa de manera ligera, no los puedo dejar de ver, me escudo en mi libro; su frescura me despierta. Un voceador dormita junto a la torre diminuta de periódicos que aun le quedan, otro hombre con una sonrisa vulgar ve las mujeres elefantas y camaleónicas -como dría Julio Torri- que siempre tiene el metro. Así discurren los días en forma de gestos rellenos nada; esa nada que es el océano de cada quien, por el que la vida se sostiene y tambien sigue.

1 comentario:

Hanz dijo...

Hey Eriii.. es uste' malo malo..! ya no me quiere=(